El anillo del Nibelungo está compuesto por cuatro óperas épicas. Caracterizada como una obra única, por su complejidad, duración de 16 horas y, por cómo el autor, Richard Wagner, aborda la mayoría de los aspectos de la memoria. Haciendo incluso un ensayo de memoria con el espectador, utilizando reglas mnemotécnicas para sostener la acción en la memoria de éste.
Utiliza técnicas como la repetición de narraciones que se dan lugar a lo largo de la obra, informando al público de los episodios precedentes. Hace uso de los leitmotiv, que son pequeños recordatorios, éstos simbolizan a los principales personajes con una frase musical corta y simple. Además crea hilos conductores que ayudan al espectador a orientarse en la obra.
Se puede comprobar el complejo repertorio de ejercicio memorístico que emplea para facilitar a los espectadores el seguimiento de la obra. En la que su trama narrativo, curiosamente, consiste en olvidos y recuerdos, centrándose en el tema del Amor.
El oro del Rin representa el amor frente al poder. La Valquiria evoca el amor enfrentado a las leyes. Siegfried muestra el amor como sinónimo de libertad. Finalmente con el Ocaso de los dioses concluye que, para permitir la redención, el amor debe ser renuncia y sacrificio.
En esta extensa historia se pone a prueba nuestra memoria episódica, (recuerdos personales en un lugar y momento preciso) ya que seguir una obra de estas características requiere retener su acción y, personajes en episodios vividos bajo un contexto emocional determinado. Memoria semántica, integrada en los conocimientos culturales de la memoria colectiva. Memoria a largo plazo, memoria a corto plazo y memoria procedimental. A todas estas memorias recurre la tetralogía de Wagner.
Croisile, B. (2010). Memoria y amnesia en la tetralogía de Wagner. Mente y cerebro, 43, 83-84.